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Tendencias y consejos del mundo Fintech que revolucionan tus finanzas personales.

La oportunidad de los préstamos de persona a persona

/ Por Alejandro Cosentino

Regular la innovación es sin duda un gran desafío. Vivimos un tiempo en donde se inventan industrias que no existían o bien se transforman las existentes de manera radical. Esto último impacta en incumbentes que están establecidos a la luz de la regulación existente. Muchas veces la innovación aparece como una disrupción tecnológica, otras a partir de la búsqueda de una respuesta antes reclamos desatendidos de los incumbentes por tiempo prolongado.

No es un tema fácil pero significa una enorme oportunidad para permitir un mayor acceso a finanzas de calidad para segmentos importantes de la población. ¿Qué reguladores no desean que exista una mayor competencia en el sector financiero en sus países logrando así bajar las tasas de interés, impulsar el crecimiento económico y, al mismo tiempo, fomentar la inclusión financiera otorgando créditos más accesibles?

Conozco a muchas autoridades financieras de la región. He intercambiado ideas con ellos y con los despachos de abogados más experimentados de Latinoamérica acerca de esta incipiente industria. Puedo concluir que ambos empatizan con la idea de aprovechar este tipo de innovación tecnológica y financiera. Más aún, puedo apostar a que lo necesitan. Tienen conocimiento que pocos bancos poseen una participación demasiado grande para el desarrollo equilibrado de nuestras economías emergentes y que muchas veces actúan como oligopolios.

Los bancos seguramente darán batalla defendiendo posiciones logradas durante muchos años. Son conscientes de su propio poder, utilizan firmas de cabildeo, y han empezado a mencionar que las empresas de P2P se encuentran en las fronteras de la regulación, mientras que Goldman Sachs define al P2P como “Banca de sombra”.

Seamos claros. P2P no se encuentra en el límite de la regulación, no hay regulación. Hasta hoy no se ha desarrollado una regulación aplicable al tema. Llamemos a las cosas por su nombre: la banca toma dinero de los ahorradores a un precio tan bajo como puede, y lo coloca tan caro como le es posible. Esa es la razón por la que se instalan cientos de sucursales cerca de la gente.

La intermediación está cuestionada por los clientes ya ellos creen que ya no genera valor. Hoy, la economía colaborativa está rigiendo nuestras sociedades, desplazando al intermediario y permitiendo que aquellos que quieren obtener un mayor rendimiento con su propio dinero, lo hagan posible. Las empresas de P2Ps empoderan a los inversores a obtener mayores retornos al proveer servicios conectándolos con quienes buscan un mejor préstamo, ciertamente un esquema en donde todos ganan.

Confundir a las empresas de P2P con los servicios bancarios no es correcto. Las empresas de P2Ps desarrollan un rol colaborativo con las autoridades para encontrar mejores formas para interactuar. Esto no significa que los reguladores deban permitir la entrada de jugadores sin experiencia o sin preparación. Al final del día, ninguno de ellos desea que ocurra un caos en las finanzas de sus países. Sin embargo, hoy no existen reglas en nuestros mercados más allá de que lo que no está prohibido está permitido. Por otro lado, la velocidad de la innovación es más rápida que los tiempos de las autoridades para regular un mercado que muchos aún siguen tratando de entender.

Las empresas de P2P ya se encuentran operando a nivel mundial, y son consideradas por Gartner Research como “una nueva forma de utilizar e interactuar con los servicios financieros, introduciendo respuestas más directas y satisfactorias a tendencias y necesidades sociales, demandadas desde años atrás al sector bancario”. Los reguladores están conscientes de que la generación conocida como “del Milenio” cada vez más considera a los bancos como irrelevantes, y preferirían obtener servicios financieros de compañías como Google, Apple o Paypal, más que de los bancos. El futuro no espera. La tecnología ha tomado a la banca como el nuevo objetivo de sus negocios. Más vale no ignorarla.

Palabras clave: Inclusión  Fintech  Disrupción tecnológica  Tecnología  

Amienemigos

/ Por Alejandro Cosentino

El término describe diversos tipos de relaciones. Fue utilizado por primera vez en 1953 por el periodista estadounidense Walter Winchell en un artículo donde se preguntaba si los americanos deberían llamar a los soviéticos “Amienemigos” por acordar y disentir en tantos temas. La expresión es tan popular que en el 2012 Disney filmó una película para adolescentes con ese nombre. Actualmente en el mundo de las finanzas, este concepto ha recuperado notoriedad porque se ajusta con precisión para describir la tensa relación de las empresas FinTech y la banca tradicional.

Las FinTech vemos una oportunidad de negocios para acabar con la prolongada insatisfacción que las personas tienen con los bancos. Deseamos ganar mercado mejorando la experiencia de los clientes con los servicios financieros, ser sustentables y ganar dinero. Hemos desarrollado un nivel de innovación que los bancos no habían logrado pero también necesitamos de los bancos. Utilizamos mucho de la estructura bancaria actual como las cuentas (donde se recibe, transfiere o se mantiene dinero de nuestros clientes), transferencias electrónicas que mueven el dinero, medios de pago y servicios de recaudo como débitos automáticos entre otros. Nos quejamos que los bancos intentan bloquear nuestros movimientos poniendo palos en la rueda (cosa de la que puedo dar testimonio) negando servicios sin razón, dilatando el otorgamiento o bien cancelándolos una vez otorgados. Intentan hacer justicia por mano propia para defender posiciones obtenidas legítimamente durante muchos años y así mantener el rentable status quo.

Se quejan amargamente con las autoridades argumentando que compiten en desventaja porque las FinTech no están reguladas cosa que es cierto. Y seguramente en un plazo cercano existirá regulación. Pero olvidan que la regulación que los “oprime” les brinda la posibilidad de obtener el dinero de las personas y empresas a muy bajo costo (y en un porcentaje significativo a costo cero) y revenderlo a altísimo costo y con garantía estatal de depósitos. Han gozado de un período de bonanza competitiva prolongado que los ha llevado a tener posiciones oligopólicas en todo el mundo. Esa bonanza se acabó.

Esta tensión nos ha convertido en “Amienemigos” pero en el medio está la gente y las autoridades. Es un secreto a voces que las personas no quieren a los bancos. Más si hablamos de los Millennials. La gente ya tomó conciencia que la inexplicable diferencia entre lo muy poco que les pagan por el depósito de sus fondos y la enormidad que les cobran por los préstamos es producto de insistir con obsoletas estructuras de distribución (sucursales físicas) a las que nadie quiere ir. Tal es así que hay algunos bancos en el mundo que ya han empezado a cobrar por mantener los depósitos en cuenta.

Las personas experimentan a diario el poder de la tecnología: en cualquier industria donde la tecnología es protagonista, los servicios son mejores y más económicos. En servicios financieros es la diferencia entre acceder o no a créditos y eso es ayudar o postergar el desarrollo. Las autoridades también han reclamado históricamente a los bancos otorgar más y mejores créditos para facilitar el desarrollo de la población. Mientras que las personas perciben que los servicios financieros pueden ser mejores si se usa la tecnología, las autoridades ya lo saben efectivamente. Saben que la tecnología es una aliada excluyente para la inclusión financiera y hacen que esos servicios sean más accesibles y ubicuos.

Es verdad, no nos queremos pero tampoco tenemos que odiarnos. Nos necesitamos, pero más nos necesitan las personas para quienes trabajamos con el objetivo de lograr mejores servicios financieros y una mejor calidad de vida. La disrupción FinTech ha sido la contribución de los que creemos que mejores servicios financieros son posibles.

La gente merece mejores servicios financieros. Para ello, la colaboración es imprescindible. Por eso, bancos, hagamos las paces.

Palabras clave: Fintech  Disrupción tecnológica  Tecnología  Inclusión